Fashion Tech por Anouk Wipprecht
La moda y la tecnología se unen
¿Te pondrías un vestido que indicara a la gente que está demasiado cerca de ti?
¿O qué tal una camisa que cambia de color cuando detecta un cambio en tu estado de ánimo?
Esas son las creaciones en las que la diseñadora de moda e ingeniera holandesa Anouk Wipprecht lleva trabajando 20 años.
Sus característicos diseños “fashion tech” combinan la alta costura, la tecnología interactiva y la inteligencia artificial.
“Un día estoy codificando y diseñando, estoy cosiendo y cualquier cosa que tenga que ver con el cuerpo y la tecnología y la electrónica”
¿Cómo empezó?
Creciendo en Holanda, se vio influenciada por la cultura estadounidense tras ver la MTV en los años 90.
“Me fascinaba la idea de que la gente se expresaba a través de las cosas que llevaba puestas”, recuerda.
A los 14 años empezó a confeccionar ropa de mujer. A los 17, mientras estudiaba moda, empezó a sentirse un poco insatisfecha.
“Empecé a notar que las prendas que creaba eran ‘analógicas’. No hacían nada. No eran sensoriales. No cambiaban. ”
Así que decidió crear algo que nunca había visto. Comenzó a diseñar con microcontroladores, robótica y pequeños motores.
“Y eso realmente lo completo para mí”.
¿Cómo le va?
Uno de sus diseños más notables se llama acertadamente “El vestido araña”.
En los hombros del vestido hay largos tentáculos en forma de araña que se mueven con la ayuda de sensores. “Mide el espacio íntimo, el espacio personal, el espacio social y el espacio público de la usuaria”, explica.
“Cuando alguien entra en el espacio personal, ataca por el sentido de fallo mecánico que tiene el vestido”.
Ese diseño impreso en 3D, que ahora tiene varias iteraciones, ha sido llevado por modelos y expuesto en todo Estados Unidos y el mundo, incluyendo China, Rusia y Ámsterdam.
Cuando llegó COVID, Wipprecht tomó prestada parte de la estética de su creación Spider y diseñó el “Vestido de proximidad”, con el que esperaba ayudar a la gente a entender mejor la distancia social.
Este vestido blanco parece discreto, pero utiliza telémetros ultrasónicos que le permiten hincharse o inflarse cuando alguien se acerca. Wipprecht lo llevó en un parque de Miami, donde vive.
El traje interactivo, que ella calificó de “forma muy elegante de utilizar los sensores”, ayudó a que la gente entendiera la idea: dar espacio a los demás. Sus diseños dan pie a la conversación. E incluso podrían ayudar a la gente a discutir temas difíciles. En estos momentos, se le ha encargado que trabaje en varios prototipos portátiles que miden visualmente cosas como la ansiedad y la depresión.
“Vivimos en una época en la que las emociones negativas se apoderan de todo, explica Wipprecht. “Mucha gente empieza a ponerse en modo más depresivo, quizá no quiera hablar de ello y todas esas cosas. Así que puede que incluso se cree una situación en la que estas cosas se vuelvan más discutibles”.